Edificio de mediados del siglo XVIII, anteriormente conocida como Ermita del Humilladero (estaba situada a unos 200 metros del núcleo poblacional), en el Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura de 1791 ya aparece nombrada como en la actualidad. Están constatados, como en todos los lugares sacros, enterramientos alrededor del edificio, hecho éste ocurrido hasta mediados del siglo XIX en que se erigió el cementerio público que existe en la actualidad en las afueras de la localidad, concretamente en el camino Real hacia Cabezuela del Valle.

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Arquitectónicamente hablando la ermita está realizada en mampostería con sillares de granito en esquinas y vanos y gruesos contrafuertes vistos al exterior. La puerta de acceso es de medio punto precedida por un pórtico, posterior a la construcción de la ermita, sobre pilares que forman siete arcos de medio punto con sillería falsa, todo ello bajo cubierta con tejado a tres aguas de teja árabe.

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Su interior es de una nave dividida en dos tramos cubiertos por bóveda de cañón con lunetos. Su cabecera se cubre con cúpula semiesférica decorada con gallones sobre pechinas al igual que el camarín adosado, este último totalmente encalado, con yeserías decorativas geométricas donde se abren dos grandes hornacinas y un ventanal que da luz al interior y con acceso a través de un pasillo con bóveda de ladrillo.  En la cabecera destaca el magnífico retablo, decorado con columnas salomónicas y típica decoración barroca, que cobija la imagen de Cristo Crucificado, aquí conocido como Santísimo Cristo del Amparo, muy venerado por los jerteños, perteneciente, según algunos autores, a la escuela andaluza del escultor Martínez Montañés. Es una gran obra escultórica por su talla minuciosa y donde destaca el realismo de sus detalles; así por ejemplo la herida producida por la lanza que le clavaron en el costado, las heridas en la cabeza producidas por la corona de espinas o el rostro que presenta la agonía de los últimos momentos de vida.

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Se narran curiosas leyendas sobre su adquisición, 33 monedas de oro, y sobre su llegada a la villa, allá por el siglo XVII, aunque no se sabe la fecha exacta. Esta imagen era de propiedad particular de un matrimonio de Losar de la Vera, localidad situada al otro lado de la sierra que está a nuestra derecha. Cuando el hombre falleció la mujer vendió la imagen a unos castellanos. Éstos, cuando regresaban a su tierra, pararon súbitamente en la localidad de Jerte debido a que las mulas que acarreaban al Cristo murieron en el mismo lugar donde hoy se levanta la ermita.