Jerte
"Historia bañada por aguas cristalinas"
Pista 8. Consecuencias en Jerte durante el siglo XIX
Después de la retirada de los franceses, habiendo devastado todo lo que tenían por delante, los hombres y mujeres comenzaron a llegar de nuevo a Jerte. Pero esto les provocó mayor ruina ya que, por ejemplo, uno de los principales sustentos de su economía, el vino, había sido arrasado llegando a constatar la pérdida de 600 cubas de varios miles de litros. Los vecinos se vieron forzados a vivir en chozos o refugiarse en casas de familiares en Cabezuela o Tornavacas. El escribano de Jerte, Juan Sánchez, en julio de 1810, tasa los daños económicos en casi 5 millones de reales, lo que equivaldría actualmente a 7.500 €, cantidad excesivamente alta para esa época.
Los regidores jerteños, pese a la dureza de todo lo ocurrido, optaron por reedificar el caserío para así volver a vivir en la localidad que les vio nacer, teniendo sólo sus manos, su energía y el Castañar Regoldo que con sus castaños daba materia prima para la nueva construcción.
Pero la mala suerte seguía acechando al pueblo ya que las autoridades seguían manteniendo el pago de impuestos y demás pagos para seguir la lucha contra el invasor.
Los regidores de la localidad intentaron por todos los medios posibles las exenciones teniendo mucha importancia en este hecho el párroco de la localidad, Félix Caleya. Éste, el 3 de julio de 1812 y ostentando el poder de justicia y gobierno municipal, se reúne con el Corregidor de Plasencia, Don Demetrio Ortiz, para exponer vehemente “…porque ni Dios, ni Rey ni Gobierno alguno puede querer que se grabe como existente a un pueblo desolado; ni que de lo que no tiene, ni le es posible facilitar, ni la justicia ni la humanidad pueden permitir que quando solo es acreedor a los Socorros de la Nación, se le trate con la dureza de que no han usado los mismos enemigos…”. Después de varios procesos y ya en el año 1813 se decidió la exención durante cinco años de todos estos pagos.
En este mismo año la localidad pide auxilio directamente al rey Fernando VII mostrando las pérdidas de cosechas por dedicarse casi exclusivamente a la construcción de viviendas y la petición de una escuela de Primeras Letras y un maestro para la educación y crianza católica.
Muy lentamente la villa fue recuperándose cual “Ave Fénix” y en el año 1847 ya se constatan 180 viviendas construidas.